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El trastorno del espectro autista (TEA) está incluido en los trastornos del neurodesarrollo. Dentro de las manifestaciones clínicas del TEA podemos encontrar una gran variabilidad. Sin embargo, todas las personas con TEA comparten déficits en comunicación e interacción social y patrones repetitivos y restringidos de conductas, actividades e intereses.
El diagnóstico de estos trastornos se realiza a través de la observación de los criterios clínicos que se recogen en los manuales diagnósticos DSM-V o ICD-10, no existiendo una prueba médica para confirmar el diagnóstico. No obstante, es necesario realizar una exploración detallada, aunque frecuentemente no se encuentran datos concluyentes sobre la existencia de trastornos neurológicos específicos.
Este trastorno se manifiesta desde edades muy tempranas, por lo que es necesario que los pediatras de Atención Primaria conozcan los síntomas y los instrumentos de cribado. Para un diagnóstico de trastorno del espectro autista (TEA), los síntomas deben estar presentes en el periodo de desarrollo temprano.
La manera más común de presentar síntomas es en el primer año de vida, tal y como fue descrito por Kanner. El segundo modo de aparición, llamado regresión en el desarrollo o regresión autística, se manifiesta por una pérdida en habilidades previamente adquiridas. La regresión entre niños con TEA puede ser definida generalmente como una pérdida de habilidades sociales, de comunicación y/o motoras antes de los 36 meses. Algunos padres relatan un desarrollo cercano a la normalidad, pero suele haber muestras de anormalidades en el desarrollo antes de la pérdida. La regresión raramente ocurre antes de los 12 meses, sucediendo normalmente entre el primer y segundo año de vida y en menor proporción entre el segundo y tercer año de vida. En el ultimo modo de aparición, el niño consigue avanzar a través de los diferentes hitos del desarrollo seguido de un parón en el mismo. Los niños de este grupo normalmente muestran retrasos ligeros en el desarrollo hasta aproximadamente los dos años, es entonces cuando experimentan un parón gradual y/o brusco en el desarrollo que restringe la adquisición de futuras habilidades. Estos niños pueden adquirir las habilidades de comunicación social más básicas; sin embargo, estas habilidades emergentes no se llegan a desarrollar en habilidades más avanzadas.
El TEA está presentes desde el nacimiento, aunque la edad en que los síntomas se hacen evidentes, varía de unos individuos a otros. En los casos típicos de autismo descritos por Kanner, sobre todo cuando había retraso en el desarrollo, los primeros signos eran evidentes en los dos primeros años de vida. Sin embargo, el reconocimiento de estos síntomas es más complicado cuando no existe déficit en el desarrollo cognitivo y no hay retrasos significativos en la adquisición del lenguaje. En estos casos la edad de detección es más tardía y suele coincidir con la entrada del niño al colegio, donde tiene que hacer frente a mayor cantidad de demandas sociales.
Indicadores tempranos
La detección de niños en riesgo en edades tempranas es fundamental para una derivación a programas de atención temprana que aseguren una intervención lo más pronta e intensiva posible. La gura del pediatra es fundamental en este cometido. Es, por ello, necesario conocer las señales de alerta e indicadores tempranos del TEA:
Inmediatas
- No balbucea, no hace gestos (señalar, decir adiós con la mano) a los 12 meses
- No dice palabras sencillas a los 18 meses
- No dice frases espontáneas de dos palabras (no ecolálicas) a los 24 meses
- Cualquier pérdida de habilidades del lenguaje o a nivel social a cualquier edad
Antes de los 12 meses
- Poca frecuencia del uso de la mirada dirigida a personas
- No muestra anticipación cuando va a ser cogido
- Falta de interés en juegos interactivos simples como el “cucú-tras”
- Falta de sonrisa social
- Falta de ansiedad ante los extraños sobre los 9 meses
Después de los 12 meses
- Menor contacto ocular
- No responde a su nombre
- No señala para pedir algo.
- No muestra objetos
- Respuesta inusual ante estímulos auditivos
- Falta de interés en juegos interactivos simples como el “cucú-tras”
- No mira hacia donde otros señalan
- Ausencia de imitación espontánea
- Ausencia de balbuceo social/comunicativo como si conversara con el adulto
Entre los 18-24 meses
- No señala con el dedo para compartir un interés.
- Dificultades para seguir la mirada del adulto.
- No mirar hacia donde otros señalan
- Retraso en el desarrollo del lenguaje comprensivo y/o expresivo
- Falta de juego funcional con juguetes o presencia de formas repetitivas de juego con objetos
- Ausencia de juego simbólico
- Falta de interés en otros niños o hermanos
- No suele mostrar objetos
- No responde cuando se le llama
- No imita ni repite gestos o acciones que otros hacen
- Pocas expresiones para compartir afecto positivo
- Antes usaba palabras, pero ahora no
Tomando estudios realizados sobre grabaciones familiares las características que parecen distinguir a los niños con autismo en el primer año de vida se sitúan en torno a las habilidades socio-comunicativas: una menor frecuencia de miradas a otras personas y una frecuencia menor de respuestas de orientación al escuchar su nombre. También podrían ser características de los niños con autismo la menor orientación a estímulos visuales novedosos, la aversión por el contacto físico o el llevarse cosas a la boca en exceso. Otras conductas observadas en niños con autismo y que también aparecen en niños con retraso en el desarrollo sin autismo son: la menor frecuencia de gestos convencionales y de miradas a objetos mostrados por otros, así́ como una mayor frecuencia de posturas inusuales y estereotipias motoras.
Conclusiones
La ausencia de una prueba médica específica para el diagnóstico de estos trastornos nos lleva a estar atentos como observadores de los distintos comportamientos (señales de alerta, indicadores tempranos) que bien, por su peculiaridad o ausencia, se pueden dar en estos niños. No obstante, en este primer estadio es muy útil utilizar instrumentos de cribado, como, por ejemplo, el Modified Checklist for Autism in Toddlers (M-CHAT), que pese a no ser una herramienta de diagnóstico diferencial nos pueden dar una buena información de los niños en riesgo de TEA.
Raquel Bello
Núm. Col. 25124
Fuente:
Carrascón Carabantes C. Señales de Alerta en los trastornos del espectro autista. En: AEPap (ed.). Curso de Actualización Pediatría. 2016. Madrid: Lúa Ediciones 3.0; 2016 p-95-8