Claves para manejar la frustración en los niños
Una característica de los niños pequeños es que son “egocéntricos”, esto se refiere a la creencia del niño a considerarse el centro del mundo y no tener en consideración las necesidades de los demás. Esto es una fase en su proceso de evolución y desarrollo de las emociones. Sin embargo, a partir de los 6 años es cuando los niños empiezan poco a poco a tener en cuenta los deseos de los demás, las emociones que puedan tener y a entender puntos de vista ajenos (esto sucede a partir de la pre-adolescencia, 10-12 años).
Sin embargo, hay niños y niñas que manifiestan un grado de “egocentrismo” mayor o más acentuado de lo esperable para su momento evolutivo.
¿A qué hacemos referencia?
Nos referimos a aquellos niños que tienen dificultades mayores para manejar sus emociones, con menor tolerancia a las normas o a los límites, que buscan la satisfacción inmediata y, aunque es una reacción habitual, si no se les proporciona generan estallidos de rabia y enfado más desproporcionados de lo esperado según la situación.
Estas son algunas de las características de los niños y niñas con baja tolerancia a la frustración. Aunque, cabe decir, que no es una característica única en los niños sino que también podemos encontrarla frecuentemente en los adultos.
¿Qué podemos hacer?
Por suerte siempre podemos entrenar a los niños para que toleren mejor las frustraciones y los planes fallidos. Sin embargo, es importante tener en cuenta que cuanto mayor sea el niño, y no cabe decir si está en plena adolescencia, la dificultad aumenta.
Desde PsicoSabadell os sugerimos las siguientes pautas:
- Evitar resolver los problemas a nuestros hijos de manera sistemática.
- Permitir que se equivoquen.
- Cuando manifiesten algún sentimiento negativo, como rabia, enfado o tristeza, acompañarles pacientemente. Una vez se hayan calmado, ayudarles a entender qué ha pasado y poner nombre a lo que les pasa.
- En ningún caso ceder a los chantajes o enfados de los niños, de este modo aprender que si muestran rabietas conseguirán lo que desean.
- Mostrarles cómo hacer las cosas, darles ejemplo.
- Enseñarles el valor del esfuerzo para conseguir sus objetivos.
- Si ha habido algún fallo, ayudarles a entender por qué ha fallado y cómo pueden evitar hacerlo en el futuro.
Si estas pautas terapéuticas no fueran suficientes nuestro equipo multidisciplinar estará encantado de iniciar un trabajo conjunto con el niño y la familia con el fin de facilitar más fórmulas y estrategias de gestión emocional.
Por: Jessica Arjona
Nº.col. 21919