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Control de esfínteres ¿cuando comenzamos?

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Ahora que se acerca el buen tiempo es el momento ideal para comenzar el control de esfínteres con los más pequeños de la casa. El motivo es bien sencillo: durante este período de aprendizaje es más que probable que al niño se le escape algún pipi o alguna caca y siempre es mejor que las condiciones ambientales sean cálidas para evitar que al mojarse sientan frío. Por lo tanto, las mejores épocas del año para iniciar este proceso son la primavera o el verano.

No obstante, existen otras condiciones que son más importantes y que hay que tener muy en cuenta a la hora de iniciar el control de esfínteres con cualquier niño. Así, aspectos como la edad o el desarrollo cognitivo del niño son básicos a la hora de decidir si se lleva a cabo este proceso o no.

Normalmente al rededor de los 2 años y medio se puede iniciar sin problemas el control de esfínteres, pero como hemos indicado, el momento evolutivo de cada niño será el que marcará el inicio del mismo. Así pues, hay niños que lo comienzan a los 2 años y medio y otros pueden iniciarlo antes o después de esta edad. Por lo tanto no tienes por qué preocuparte si tu hijo está a punto de cumplir los 3 años y aún utiliza pañal.

Por otro lado, es importante diferenciar entre el control diurno y el control nocturno. Mientras que hay niños que logran controlar sus esfínteres diurnos y nocturnos a la vez o casi a la vez, existen niños a los que les cuesta más el nocturno y requieren del uso de pañal por la noche durante un período de tiempo más largo. Pero finalmente consiguen controlarlo.

Cómo saber si el niño está preparado para abandonar los pañales

Es importante tener en cuenta el desarrollo evolutivo del niño, ya que no es muy lógico intentar iniciar el proceso de control de esfínteres si el niño no se expresa fácilmente de manera verbal o si su desarrollo motor no es adecuado, ya que este aprendizaje requiere de una cierta autonomia porque es el propio niño el que se debe dar cuenta de que tiene pipi o caca y debe ser capaz de quitarse y ponerse la ropa solo o con una mínima ayuda. Si esto no es así, no tiene mucho sentido forzar al niño, ya que el control de esfínteres estaría controlado por el adulto y no por el niño.

Si es cierto que al principio del proceso hay que recordarle de vez en cuando al niño que debe ir a hacer pipi o incluso acompañarlo al orinal, pero con mucha delicadeza y siendo acompañantes simplemente. Si el  niño no tiene pipi en ese momento y no quiere ir, mejor dejarlo y no obligarlo a estar sentado en el orinal hasta que salga.

Dicho esto, algunas señales claves que indican que un niño está preparado para abandonar los pañales son:

– El niño es consciente de lo que está pasando cada vez que hace pipi y caca y lo expresa verbalmente.

– Anuncia con antelación que tiene pipi o caca.

– Se siente mayor y quiere ir al baño como papá o mamá.

– Le molesta sentirse mojado o sucio después de haber hecho pipi o caca y pide que le cambien.

– Le molesta el pañal.

– El niño puede vestirse y desvestirse solo o con una mínima ayuda a la hora de ir al baño.

Cómo preparar al niño para el inicio del proceso de control de esfínteres

Primero de todo hay que explicarle que se ha hecho mayor y puede comenzar a ir al baño como hacen los mayores. A los niños les gusta sentirse mayores y ésto los motivará para iniciar el proceso.

También es importante explicarles que se hará sus necesidades encima alguna vez, pero que es completamente normal, que no pasará nada. Sobretodo hay que tener muy en cuenta este punto. No hay que reñir a un niño porque se le haya escapado. Forma parte del aprendizaje y riñéndole lo único que conseguimos es que se frustre y sienta miedo cada vez que tenga necesidad de ir al baño y no pueda controlarlo. Esto, a su vez, ralentiza el aprendizaje y provoca aversión, por lo que cada vez tendrá más dificultades para asumir el control de esfínteres.

Por otro lado, hay que dotarlos de confianza y siempre con una actitud positiva, felicitando cada pequeño logro para que se mantenga la motivación en el pequeño.

Otro aspecto importante a tener en cuenta es la ropa que usará el niño en este proceso. Se le facilitará mucho el trabajo si se opta por pantalos que sean cómodos, tipo chándal. De esta manera para ellos es más fácil acudir al orinal, ya que no dependen de nadie que tenga que bajarles el pantalón porque, por ejemplo, tiene botón y no son capaces de desabrocharlo. Esto muchas veces es motivo de escape y frustra al niño porque se da cuenta de que quiere ir al orinal pero hay algo que se lo impide.

Los cuentos ayudan a que el niño esté relajado mientras espera sentado en el orinal a que ocurra algo. Están distraídos y no sienten la presión, por lo que la tarea es más fácil.

Cuándo puede convertirse en problema

El control de esfínteres puede llegar a convertirse en problema si no se respeta el ritmo evolutivo del niño, si son los padres los que quieren que el niño abandone el pañal pero éste no ha mostrado ningún interés en ello. Ante esta situación, el niño no estará preparado y, como se ha comentado anteriormente, el control lo harán los padres, no el niño que es el protagonista de este aprendizaje y, por tanto, el que de verdad debe hacerlo.

Antes de acabar, recordaros que cada niño es diferente y que el control de esfínteres también es distinto según el niño. Así pues, si estás pensando en iniciar este bonito proceso con tu hijo y no tienes muy claro cómo comenzar, nuestro equipo de especialistas de PsicoSabadell puede proporcionarte herramientas y pautas para llevarlo a cabo con éxito.

 Tania Visiga
Num.Col. 1109

 


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El ocio en los niños

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El verano es la época en la que los niños destinan más tiempo a las actividades de ocio que más les gusta y que durante el año no pueden llevar a cabo debido a otras obligaciones tales como el colegio, los estudios o los extraescolares.

Las actividades de ocio de un niño pueden ser varias. Pero normalmente se hace referencia a aquellas que reciben una atención más negativa por parte de los adultos, tales como la televisión, el ordenador, la tablet, el móvil, los videojuegos… Que los niños destinen parte de su tiempo libre a ver una película, una serie o un programa de televisión, etc., o que jueguen con el ordenador, con la tablet o con el móvil, no tendría por qué ser percibido como algo dañino. Todo puede ser bueno y todo puede ser malo, lo que diferencia una cosa de la otra es el uso que se haga de estos «aparatos».

Existen aplicaciones móviles que son educativas, y las hay de diferentes tipos: para reforzar la planificación, para trabajar la atención, para mejorar la memoria… Incluso existen juegos culturales mediante los cuales los niños pueden aprender historia, geografía, matemáticas… Y también existen juegos que son beneficiosos para todos los niños, pero en especial para el niño disléxico, puesto que les permite jugar con la posición de los fonemas y la correspondencia con su grafema.

Pero estas opciones no sólo se reducen a aplicaciones móviles, sinó que también existen variantes o a veces incluso el mismo juego se puede encontrar para tablets y para ordenadores.

Así pues, la tarea de las familias pasa por dedicir conjuntamente con el niño cuánto tiempo se va a destinar a estas actividades y a qué se va a jugar. Es decir, comprometerse a hacer un uso responsable de estas nuevas tecnologías y que los adultos estén pendientes de los menores para poder guiarlos y asesorarlos durante el juego, ya que estas actividades son un proceso de aprendizaje más en el desarrollo del niño.

Por otro lado, y como alternativa, existe otro grupo de actividades de tiempo libre que favorecen que el niño deba socializarse más, tanto con sus iguales como con algún adulto y también refuerzan la idea de que toda la familia se implique. Por ejemplo, se pueden organizar talleres caseros de manualidades o de cocina, con la ayuda de los padres y los hermanos. O juegos en familia, tanto al aire libre como juegos de mesa.

Este tipo de actividades ayuda al desarrollo del menor, pero sobretodo favorece el buen ambiente en la familia y que las relaciones entre sus diferentes miembros sea mejor. También se consigue una mayor confianza entre hijos y padres, lo cual siempre será beneficioso para ambas partes.

Por último, el recurso de la lectura de un libro también es una buena opción para ocupar el tiempo libre de los niños. Lo fundamental será escoger el libro conjuntamente los padres y el niño, siguiendo los intereses del menor, así como sus gustos. De esta manera evitaremos que el niño se canse pronto de la lectura y se aburra. Tampoco es bueno forzarlo a leer algo que no le guste, ya que puede desencadenar aversión por la lectura.

En conclusión, cualquier actividad, siempre que esté supervisada por un adulto que guíe y refuerce al niño, y se haga un uso responsable y limitado de ella, será beneficiosa para el aprendizaje del menor.

Si tenéis dudas al respecto o si queréis saber más sobre qué tipo de juegos o aplicaciones pueden ser más educativas para vuestros hijos, no dudéis en poneros en contacto con nosotros. Desde PsicoSabadell os asesoraremos en todo el proceso, tanto en la elección como en el desarrollo de la actividad posterior con el niño.

Tania Visiga Delgado
Num. Col. 1109


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