¿Cuándo ir al psicólogo infantil?
Plantear esta cuestión es importante, ya que, muchos padres se preguntan durante la crianza de sus hijos si el comportamiento que presentan es normal o no.
Para responder a esta pregunta, primero hay que tener en cuenta algunas consideraciones.
En primer lugar, es necesario saber que los niños pasan por diferentes fases críticas a lo largo de su desarrollo. Es decir, hay comportamientos que por muy desesperantes que parezcan, son propios de su edad y están dentro de la normalidad. Por ejemplo, cuando un niño de 2 años tiene una rabieta porque no le hemos comprado aquello que tanto deseaba; es una etapa normal, que con paciencia y sabiendo poner los límites y normas adecuados se puede superar sin problemas. Algunos comportamientos que son esperables con dos o tres años, dejan de serlo si el niño tiene 5 o 7 años y es en ese momento cuando debemos estar alerta.
Hay que considerar también la personalidad del niño, el hecho que un niño se comporte de manera diferente puede ser porque sea más inquieto o más introvertido y no quiere decir que tenga un trastorno, sino que es una característica de su personalidad.
Como padres hay que hacer una autoevaluación y darnos cuentas si nuestras expectativas respecto al niño son demasiado altas, si le estamos exigiendo en exceso para su edad o si por el contrario le estamos sobreprotegiendo y no le permitimos desarrollar sus habilidades.
Antes de pedir ayuda a un profesional, en bueno comentar vuestras preocupaciones o dudas con alguna otra persona que interactúe con el niño (profesor/a de la guardería, de la escuela, monitor de extraescolar, otro familiar…) para comprobar si éste comportamiento es aislado o también se produce en otros ámbitos. La escuela suele ser una fuente de información muy valiosa.
¿Entonces cuando pido ayuda profesional a un psicólogo? Por norma general, se debe pedir ayuda profesional cuando el comportamiento de tu hijo se aleja de los comportamientos propios de los niños de su edad. Por ejemplo:
- Si el niño muestra un cambio inesperado y se le nota triste, apático o irritable sin un motivo aparente.
- Tiene problemas para relacionarse con sus iguales, no tiene amigos porque se comporta de manera violenta, es demasiado tímido o sus intereses no encajan con los demás.
- Tiene problemas de acoso escolar.
- Ha habido un cambio importante en la dinámica familiar: separación, divorcio, pérdida de un ser querido, cambio de domicilio o de escuela…
- Tiene miedos, sobretodo a quedarse solo. Le cuesta mucho irse a dormir solo y pide dormir con vosotros.
- Tiene problemas de comportamiento como desobediencia, comportamientos desafiantes…
- Tiene problemas de aprendizaje en la escuela, le cuesta concentrarse, se aburre, se distrae fácilmente y está muy inquieto.
- Presenta tics, manías, obsesiones o somatizaciones como dolores de cabeza o de estómago.
- Tiene problemas para regular sus emociones, tiene ataques de rabia y poca tolerancia a la frustración.
Es importante saber, que no solo la intervención se hará directamente con el niño. En ocasiones se debe realizar un trabajo de orientación y asesoramiento a los padres mediante pautas educativas para ayudarles a sentirse más seguros y a gestionar mejor algunas de las situaciones cotidianas.