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Como reaccionar ante unas malas calificaciones escolares

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Por fin llega el verano… y las notas del colegio

Después de un duro año de trabajo, esfuerzo y las dos primeras evaluaciones trimestrales que nos han avisado si vamos por buen camino o es mejor esforzarnos más llegan las notas finales de curso y, en algunos casos, el momento de comprobar si nuestro/a hijo/a pasa o no de curso.

Estamos acostumbrados, durante nuestra infancia fue igual, la calificación numérica define si somos buenos o no en cierta materia. Desde los «molt bé» a los «bé» o a los «necessita millorar». Más adelante aparecieron una escala del 0 al 10, de 0 a 4, suspenso, 5 suficiente, 6, bien, 7-8 notable y los preferidos, los que todos queremos, el 9-10, excelente.

A más de uno le habrá pasado el querer esconder las notas en algún escondite que nuestros padres no conozcan (o si) y las calificaciones escolares han sido bajas o mejorables.

Es probable, además, que la primera reacción de los padres el enfado. Sin embargo, sería recomendable plantearnos los factores pueden influir en el rendimiento escolar de nuestros hijos.

– ¿Mi hijo/a tiene alguna dificultad específica del aprendizaje? O lo que los psicólogos y psicopedagogos nos gusta etiquetar como «trastornos del aprendizaje»

– ¿Es posible que mi hijo/a esté pasando por una época de dificultades emocionales que pueda influir en su rendimiento escolar?

– ¿Es posible que haya perdido la curiosidad y la motivación para el aprendizaje?

– ¿Pueden haberse depositado en él o ella unas expectativas poco realistas o demasiado altas?

– ¿son sus hábitos de estudio óptimos para la etapa escolar en la que se encuentra?

Analicemos cada punto con más detenimiento.

En la actualidad y gracias a una mayor especialización de los profesionales dedicados a la atención a la infancia y, más concretamente, a aspectos psicopedagógicos, hay una mayor detección e intervención temprana sobre los problemas específicos en la adquisición de los aprendizajes.

En estos casos suelen haber adaptaciones para facilitar al alumno seguir el ritmo del resto de sus compañeros y adquirir satisfactoriamente los contenidos curriculares de la etapa en la que se encuentra. Por lo tanto, es de esperar, que al haber una dificultad específica, ésta pueda resultar en un ritmo más lento de adquisición en comparación con sus compañeros y un mayor esfuerzo de este niño/a.

Otro aspecto muy importante es la situación emocional del niño/a. La fuente de estrés emocional puede venir de diferentes ámbitos. En primer lugar y el más importante es el ambiente familiar existen problemas relacionales (peleas frecuentes entre los padres o incluso separación) o referentes a la situación vital (enfermedad o muerte de algún pariente).

Otra fuente puede ser la relación con sus compañeros de clase u otras amistades externas. Cuando hay conflictos con los amigos más íntimos o con el grupo de clase de manera repetida y alargada en el tiempo (“bulliyng”, un tema que trataremos en otro artículo) puede hacer que el rendimiento descienda al dedicar gran parte de su energía a digerir esa situación. En el caso de los adolescentes, aquí también podríamos incluir las dificultades en la relación de pareja.

En relación a la falta de motivación en referencia a los estudios, esto es algo que me he ido encontrando frecuentemente en mi práctica profesional. En muchos casos, la raíz de esta falta de motivación reside en unas dificultades en la adquisición de los aprendizajes que no se ha detectado o trabajado conjuntamente de la manera más óptima y que poco a poco ha ido minando la curiosidad del niño/a, provocando rechazo hacía todo lo relacionado con el colegio. Tener más dificultades que tus compañeros puede provocar que el propio niño o niña se compare con sus amigos de clase o incluso con sus hermanos.

Aunque puede ocurrir justo lo contrario y es que la falta de motivación resida en unas capacidades intelectuales superiores y que el nivel o el material con el que está aprendiendo no sea suficientemente “motivador” o que no le suponga ningún reto.

En relación con lo anterior, las expectativas que se pongan en el niño, especialmente por parte de sus progenitores, pueden a veces no corresponder con lo que el niño o niña puede o quiere hacer. Esto puede ser más común en aquellas familias en las que todos sus hijos vayan a un mismo colegio y que compartan profesores que en ocasiones se les pueda escapar frases como “tu hermano era muy bueno en “mi” asignatura”…” habiendo una presión extra al posarse sobre el niño o niña unas expectativas concretas.

No es infrecuente que los niños y niñas de hoy en día tengan obligaciones extras además de las del colegio. Me refiero a las actividades extraescolares. En ocasiones puede que el horario semanal esté sobresaturado o lleno de estímulos todo con el fin de capacitar a los niños de mayores y diversas habilidades que les permita estar más preparados para el mundo en el futuro. Los idiomas (inglés, alemán y ahora el chino) son las actividades por preferencia, seguido de los deportes. Compaginar el colegio con otras actividades puede ser muy beneficioso para los niños en términos de relacionarse con más niños, potenciar sus habilidades y mejorar su autoestima, aunque siempre de manera moderada para evitar una posible sobrecarga que pueda influir en un mayor estrés y retraimiento en su rendimiento escolar.

Todos los aspectos anteriores pueden afectar directamente sobre la autoestima de nuestros hijos.

Por último, puede haber unos hábitos de estudio insuficientes o ineficientes para asimilar el nivel escolar que cursa.

A veces se dedican pocas horas o a veces demasiadas aunque la calidad del rendimiento no es la esperada. También puede ocurrir que existan distractores externos, tales como: ruido excesivo, no disponer de un espacio ordenado para el estudio, usar la música, el móvil, internet entre otros, que puedan interferir de manera significativa en el estudio.

Con todo, desde PsicoSabadell os ofrecemos los siguientes consejos:

  • En primer lugar, antes de enfadarnos con nuestro hijo o hija, exploremos con él o ella los motivos que han podido llevarles a un bajo rendimiento.
  • Entre todos, y con una participación activa por parte del niño, intentemos generar alternativas o soluciones a los problemas que hayamos visto.
  • Motivar a nuestro hijo/a centrándonos sobretodo en lo que ha hecho bien y, especialmente, en la evolución que ha hecho a lo largo del curso en lugar de centrarnos en el número final.
  • Transmitir a nuestro hijo/a soporte emocional y especialmente el hecho de que el aprendizaje es un camino en el que nos encontraremos piedras, pero que sobretodo es un camino y que siempre hay posibilidad de mejorar. Un bajo rendimiento sólo es una piedra más en nuestro camino y que bajo ningún concepto define nuestra valía como persona.

Un bajo rendimiento escolar, como cualquier otro problema en nuestras vidas, nos hará caer, querer abandonar pero con el apoyo y acompañamiento tanto de padres como profesores ayudará a los niños a su crecimiento personal. No intentemos esquivar las piedras en el camino sino ayudémosles a superarlas y a levantarse con más fuerza que antes.

Si con todo, el rendimiento bajo de tu hijo/a en la escuela os preocupa, nuestro equipo multidisciplinar de PsicoSabadell os puede orientar y asesorar.

Nuestra Psicóloga Infantil puede realizar una valoración cognitiva completa donde determine el perfil cognitivo y emocional y detectar qué área es la que necesita potenciarse.

De forma paralela, nuestra Psicopedagoga, con una ámplia experiencia en problemas de aprendizaje, ofrecerá diversas estrategias a tu hijo/a para mejorar su rendimiento escolar en casa y en la escuela.

Todo esto sin olvidar a padres y profesores. Nuestras profesionales ofrecen apoyo, seguimiento y orientación para una intervención multidisciplinar en todos los entornos del niño.

Por:   Jessica Arjona
Núm. Col.21919


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