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La característica común de los Trastornos Depresivos es la presencia de tristeza, sentimientos de vacío o irritabilidad, acompañado de cambios somáticos y cognitivos que afectan de forma significativa la capacidad de funcionamiento y adaptación de la persona.
La persona puede describir sus sentimientos refiriendo que se encuentra deprimida, triste, desesperada, desanimada. Puede quejarse de no tener sentimientos, de llorar frecuentemente o de encontrarse ansiosa.
En niños y adolescentes, el estado de ánimo puede ser más irritable que triste. También en niños, una caída precipitada en el rendimiento escolar puede reflejar una concentración pobre asociada a la depresión.
Para las personas con cuadros de menor gravedad el funcionamiento en su vida diaria puede parecer normal, pero requiere un esfuerzo notablemente mayor.
En algunos casos, la persona puede no llegar a percibir sus sentimientos de tristeza, por lo que es muy importante la entrevista realizada por un profesional con experiencia en este trastorno, que pueda reconocer síntomas subyacentes que no afloran fácilmente. Hay que tener en cuenta no solo lo verbalizado por la persona, sino también la expresión facial y su comportamiento. Algunas personas refieren quejas somáticas (por ejemplo, dolores y molestias corporales) en lugar de sentimientos de tristeza. Muchas refieren o muestran mayor irritabilidad (por ejemplo, enojo persistente, tendencia a responder a los eventos con arrebatos de enojo o culpar a otros, también un exagerado sentido de frustración por asuntos menores). En algunas personas, hay una reducción significativa de los niveles anteriores de interés o deseo sexual.
Otros síntomas que pueden presentar, incluyen: Cambios en el apetito o el peso, el sueño y la actividad psicomotora; energía disminuida; sentimientos de inutilidad o culpa; dificultad para pensar, concentrarse o tomar decisiones; o pensamientos de muerte.
La pérdida de interés o placer suele estar casi siempre presente. Suele estar afectado el disfrute en actividades que antes se consideraban placenteras. Los miembros de la familia a menudo notan el retiro social o el abandono de las aficiones placenteras.
La sensación de inutilidad o culpa asociada con un cuadro depresivo puede incluir evaluaciones negativas poco realistas, o preocupaciones y reflexiones culposas sobre fallas pasadas menores. A menudo las personas malinterpretan los eventos cotidianos y tienen un sentido exagerado de responsabilidad por eventos adversos.
El Trastorno depresivo mayorrepresenta la condición clásica en este grupo de trastornos. Se caracteriza por episodios de al menos 2 semanas de duración (aunque la mayoría de los episodios duran considerablemente más tiempo) que implican cambios claros en el afecto, la cognición y las funciones neurovegetativas. El trastorno suele ser recurrente en muchos casos.
La cronificación de los síntomas depresivos aumenta sustancialmente la probabilidad de empeorar rasgos de personalidad subyacentes, de producir o empeorar síntomas de ansiedad y también suele ser un factor de riesgo para el consumo de sustancias.
Muchas personas a las que posteriormente se les diagnostica un Trastorno bipolar, comienzan presentando uno o más episodios depresivos. Esto es más probable en individuos con un primer episodio depresivo en la adolescencia, y aquellos con una historia familiar de Trastorno bipolar.
Otros trastornos con los que el Trastorno depresivo mayor coexiste con frecuencia son el Trastorno de pánico, Trastorno obsesivo-compulsivo, Anorexia nerviosa, Bulimia y Trastorno de personalidad límite.
La Distimia es una forma más crónica de depresión, que puede ser diagnosticada cuando la alteración del estado de ánimo continúa durante al menos 2 años en adultos o 1 año en niños.
El Duelo provocado por una pérdida puede provocar un gran sufrimiento, pero no suele provocar un episodio depresivo mayor. Cuando éstos ocurren juntos, los síntomas depresivos y el deterioro funcional tienden a ser más graves y el pronóstico es peor. El duelo que se relaciona de forma conjunta con la depresión, tiende a ocurrir en personas con vulnerabilidades a los Trastornos depresivos, y en estos casos, para la recuperación puede ser necesario realizar un tratamiento psicoterapéutico e incluso implementar tratamiento farmacológico antidepresivo.
El Trastorno disfórico premenstrual consiste en un Trastorno depresivo que comienza en algún momento posterior a la ovulación y remite pocos días antes de la menstruación. Suele tener un marcado impacto en el funcionamiento de la persona; por lo que es importante considerar un tratamiento.
En PsicoSabadell, disponemos de un médico especialista en Psiquiatría que valorará la idoneidad de prescribir un tratamiento farmacológico en aquellos casos que sea pertinente.
Psiquiatra
Dr. Mariano Bellina
Num. Col. 47541