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La indefensión aprendida

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Uno de los efectos secundarios que está dejando a muchos el COVID es una sensación de descontrol sobre nuestras vidas, de no saber cómo o cuándo recuperaremos la “antigua normalidad”. Se han perdido puestos de trabajo, el ocio y la libertad de muchas maneras. En muchas persones esto se está traduciendo en una indefensión aprendida.

La indefensión aprendida, termino acuñado por Seligman y colaboradores, es un estado psicológico que se produce frecuentemente cuando los acontecimientos son incontrolables. Se manifiesta cuando una persona comienza a sentir que es incapaz de modificar alguna situación, comportamiento o estado mediante sus conductas. Es decir, que nuestros actos no influyen en el resultado que obtenemos, ya que hagamos lo que hagamos nada sirve.

De esta manera, el simple hecho de pensar que nuestros actos no modificarán una situación concreta nos llevará a la larga a evitarla o a no enfrentarnos a la misma.

Una de las consecuencias de este tipo de problemática es una disminución de autoestima. Otro efecto por destacar es la motivación al cambio, que también queda gravemente afectada, quedando la voluntad de la persona subordinada a cualquier aspecto no generado por sí misma.

Un ejemplo de esto podría ser la búsqueda de trabajo en la actualidad. Si tras lo ocurrido te has quedado sin trabajo, llevas muchos meses buscando y no sale nada, es probable que tengas pensamientos de tipo desmotivador, sensación de estar perdiendo el tiempo y pocas esperanzas de obtener un resultado positivo. Esto puede llevarte a tener comportamientos que van en la dirección opuesta a la búsqueda y más dirigidos hacia la pasividad o la evitación de la situación.

Este es un ejemplo donde la indefensión ya se ha instaurado. Es un momento donde crees que no hay nada que hacer y donde el tener trabajo o no, se deja en manos del destino. Si te fijas, aunque es cierto que hayas llevado una búsqueda activa y que puede estar costando más de lo habitual, la pasividad no te ayudará a conseguir tu meta, si no que aún la alejará más. Quedarse en casa no es una buena opción.

Es aquí donde se deben desarrollar nuevas habilidades o herramientas que permitan seguir con la búsqueda, de otra manera, con otros recursos, en otros lugares. Sea como sea, hay que evitar la indefensión que no solo te deja inactivo, sino que además puede dar lugar a desarrollar una sintomatología depresiva o ansiosa, siendo aún más difícil llegar a conseguir de tus metas.

En caso de que os sintáis identificados con esta indefensión y estéis teniendo dificultades a la hora de gestionarla, os recomendamos que solicitéis ayuda profesional. En PsicoSabadell disponemos de un equipo de especialistas en psicología y psiquiatra a vuestra disposición para poder ayudaros.

Ainhoa Kake Cabeza
Psicóloga general sanitaria
Número de colegiada: 26140


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Se acercan las Navidades

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Son muchos los que ya están contando los días para comenzar las fiestas de Navidad, y eso que estas próximas fechas se avecinan tempestuosas (por todas las restricciones secundarias al Covid-19).

Es frecuente que con la llegada de las Navidades muchas personas perciban una inestabilidad emocional, que a veces se manifiesta con síntomas de ansiedad y de depresión. Y es que las fiestas navideñas suelen estar marcadas por la necesidad de sentirse arropado en familia, rodeado por los que más te quieren, y a los que más quieres, y de abundancia y una supuesta «felicidad» ligada al consumismo.

Pero cuando la percepción que uno tienes sobre los vínculos familiares, o la relaciones dentro del sistema, no coinciden con lo que los spots televisivos y campañas navideñas nos dicen, es cuando aparecen estos síntomas de tristeza, frustración, y enfado. Son muchos los que contrariamente, perciben sentimiento de soledad, y desamparo, de aquí su alta afectación emocional.

Uno de los aspectos más importantes a destacar para garantizar la salud emocional, consiste en no sobredimensionar lo que verdaderamente son estas fiestas. Unas fechas marcadas en el calendario, como cualquier otras. Por lo tanto, será fundamental vivirlas como un momento de descanso, y asueto, donde poder encontrar momentos de reencontrarnos con los familiares a los que nos sea posible visitar.

Si percibes que la gestión y el afrontamiento de estos días esta teniendo consecuencias emocionales, y notas síntomas ansioso-depresivos asociados a lo anteriormente expuesto, plantéate la posibilidad de hacer una intervención terapéutica, es decir, pedir ayuda psicológica y trabajar el origen de este malestar.


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Trastorno de Ansiedad Generalizada: Cuando preocuparnos nos preocupa

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En estos tiempos de crisis sanitaria uno de los factores que está afectando a la mayoría de la población es el aumento en las preocupaciones. Nos preocupamos por el COVID-19, las medidas a tomar, el posible confinamiento, la posible pérdida de trabajo…demasiadas cosas al mismo tiempo. Y todo empeora cuando esta preocupación se torna rumiativa y entramos en una espiral de donde es difícil salir.

En el Trastorno de Ansiedad Generalizada (TAG) la angustia y las preocupaciones que se experimentan están por encima de lo común. Las personas que padecen de TAG tienen  dificultades para desconectar de sus inquietudes, les cuesta mucho relajarse y frecuentemente tienen problemas para conciliar o mantener el sueño.

El TAG se traduciría en una ansiedad y preocupaciones excesivas que conllevan:

1-Intolerancia a la incertidumbre: Experimentar un miedo excesivo o no saber enfrentarse a las situaciones que implican duda, donde la información es ambigua o desconocida. Estas personas consideran inaceptable, la existencia de posibles eventos negativos aunque la probabilidad de su ocurrencia sea baja y además creen que pueden controlar o evitar una situación hipotética futura. Se proponen un objetivo irrealista, que consiste en eliminar el estado de  incertidumbre, intentando controlar todas las variables posibles.

2-Actitud poco adaptativa hacia los problemas: Consiste en ponerse unas “gafas oscuras”, de forma involuntaria, para valorar cualquier problema que le surja en su vida. Estas gafas le conducen a presentar ciertas dificultades para solucionar los problemas tales como no saber identificar la existencia de algunos problemas o ver problemas donde no los hay; infravalorarse respecto a la propia capacidad para solucionar problemas o por el contrario, pensar que pueden solucionarlos todos si son analizados hasta el mínimo detalle entrando en búsquedas sin salida.

3-Miedo a las emociones negativas: Tendencia a creer que las emociones negativas y/o las sensaciones fisiológicas que las acompañan pueden llegar a ser peligrosas, incontrolables o inaceptables. También se puede dar una dificultad para gestionar las emociones y por ello tener una percepción de bajo control sobre las reacciones emocionales y verse desbordados por ellas.

En PsicoSabadell podemos ayudarte a trabajar con este problema y a poder gestionar la sintomatología ansiosa o depresiva que puede desencadenar, así que no dudes en ponerte en contacto con nuestro centro para poder recibir más información con respecto al posible tratamiento. Estamos atravesando momentos difíciles donde no solo tenemos que estar pendientes de nuestra salud física, sino también de la mental, que en muchas ocasiones no la tenemos tan en cuenta.

Ainhoa Kake
Psicóloga general sanitaria
Nº col. 26140


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La distorsión corporal, una defensa en los TCA

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Los trastornos de la conducta alimentaria (TCA) son trastornos cada vez más prevalentes en la sociedad actual y con más difícil manejo en la práctica clínica. Estas dificultades son debidas en parte a las barreras/defensas que tienen las personas que los padecen, de forma inconsciente, por miedo a perder el control y volver a ser aquello que fueron.

La imagen corporal es uno de los factores más relevantes en los TCA. Hace referencia a cómo nos vemos a nosotros mismos y cómo esto nos hace sentir, incluyendo las emociones que nos produce el vernos como nos vemos. El peso y la silueta son los factores principales que influyen en nuestra imagen corporal, generando preocupación e insatisfacción en los TCA. La imagen corporal se forma a partir de los mensajes recibidos y lo que se ve es una mezcla de lo que se piensa, se siente y lo que se hace con lo que se piensa y se siente. Tiene más que ver con cómo se siente la persona con su cuerpo que con el cuerpo en si.

La distorsión de la imagen corporal es una de las principales barreras que nos encontramos en los TCA, se conoce como el «yo rechazado». Es una imagen que se interpone entre la persona y la imagen que se ve en el espejo, evitando que se vea como es en realidad. La distorsión es la parte de la persona que se resiste a cambiar, ya que dentro existe un miedo intenso a volver a ser aquello que fue y por lo que lo pasó tan mal. Es una separación de la mente y el cuerpo, una disociación, la persona no quiere vivir en ese cuerpo debido a que es una negación de lo que representa y el malestar que viene de él. 

El rechazo, la vergüenza y la tristeza son las principales emociones que se asocian a esta distorsión y la mantienen. El rechazo viene derivado de no aceptar el cuerpo ni lo que representa. La vergüenza surge de no querer mostrarse tal como es la persona para ocultar aquello que se cree que es negativo. Finalmente, la preocupación es lo que permite no volver a ser aquello que fueron. Mediante la preocupación la persona está continuamente en alerta y pone en marcha diferentes técnicas de control respecto a la comida y el peso

Sin embargo, detrás de estas emociones se esconde otra más profunda, que es la tristeza y que conecta con la parte más vulnerable de la persona, parte que considera que no puede mostrarse tal como es porque cuando lo hizo le humillaron o le hicieron daño, es ese niño/niña que no recibió lo que merecía.

Todo este conjunto de emociones y resistencias generan en la persona que lo padece un profundo malestar, originando ansiedad y sintomatología depresiva, la necesidad de estar alerta continuamente, miedo y control constante. Por eso, para mejorar el tratamiento y el malestar que se deriva es muy importante prestar atención a las defensas que existen, sentirlas, dejarlas que se expresen, validarlas y que se pueda integrar en la personalidad.

Tamara Garrido 
Nº Col. 23711
Psicóloga General Sanitaria


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Síndrome de la cabaña

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Son muchos los días que llevamos de confinamiento, algunos hasta habrán perdido la cuenta, sorprendentemente, ya que eso solamente es indicador de una señal: de que nos estamos acostumbrando a estar en casa, y que no estamos tan mal como imaginábamos al inicio de este estado de alarma.

Muchos especialistas han determinado que un porcentaje bastante elevado de la población experimentará miedos ante el hecho de tener que salir de su zona de seguridad. Y ahora que se avecina el desconfinamiento, muchos pensamientos intrusivos relacionados con el miedo al contagio y a la falta de seguridad al salir de nuestra vivienda vendrán también.

Las personas más susceptibles son los ancianos y la población de riesgo, junto con aquellas personas que antes de la pandemia experimentaban ciertos síntomas de hipocondría o bien trastornos de ansiedad.

Y es que hay algo muy adictivo en esto de estar encerrados, ya que se trata de la sensación de seguridad. Al exponernos al exterior perdemos gran parte de ese control que podemos tener cuando nos sentimos en zona segura.

No podemos controlar la limpieza de los demás, ni la responsabilidad de las personas con las que interaccionamos, ni tampoco tenemos capacidad de controlar dónde está el virus ya que es algo microscópico y que se escapa de nuestro alcance.

Durante estos días hemos estado expuestos a constantes noticias donde se nos anima a realizar rituales de limpieza, comprobación y extremar todas las medidas de higiene. Y ciertamente ha tenido mucho sentido y es esencial para controlar el avance de contagios en la crisis del Covid-19

Pero también a información sobre el número incesante de contagios y víctimas mortales (que por suerte en el último periodo ha ido disminuyendo). 

Eso si, nuestro cerebro es selectivo, y siempre va a reforzar la idea de que la falta de control está asociada a la muerte, y la sensación de seguridad y control, a la supervivencia. Siendo no siempre real y una  creencia muy básica, a la que le podríamos añadir un sin fin de matices.

No podemos olvidar que durante toda nuestra vida hemos estado expuestos a un sinfín de bacterias y virus al que nuestro sistema inmunológico se ha hecho resistente gracias a la exposición. Y ahora que la situación está mucho más controlada, comienza la desescalada progresiva y el sistema sanitario mucho más descongestionado; es esencial que vayamos recuperando algunos de los hábitos normales con el fin de no reforzar conductas obsesivas que nos conviertan en esclavos de la limpieza y la comprobación. 

Ciertamente no podemos olvidar los buenos hábitos adquiridos en estos tiempos, pero también tenemos que añadir una visión crítica de todas las informaciones y recomendaciones a los que constantemente estamos expuestos.

Especialmente teniendo en cuenta que la sensación de riesgo al contagio es algo muy subjetivo y serán aquellas personas que tengan la percepción de riesgo más aumentada quienes incurran en fórmulas de aislamiento social y no exposición al exterior llegando incluso a desarrollar patrones de agorafobia en los casos más extremos.

Desde PsicoSabadell os recomendamos que la exposición sea progresiva, siempre centrada en mantener las fórmulas de seguridad recomendadas por las autoridades sanitarias, y que tengáis muy presente que los primeros momentos se experimentarán ciertas sensaciones de tipo ansioso, como por ejemplo:

  • Taquicardia
  • Respiración acelerada/ hiperventilación 
  • Sudoración
  • Sensación de irrealidad
  • Sensación de mareo
  • E incluso angustia o crisis de ansiedad 

Ante la experimentación de estos síntomas, tenemos que tener en cuenta que es un cuadro sintomático que corresponde con la ansiedad de tener que exponernos a una situación novedosa, el denominado «síndrome de la cabaña«. Y que progresivamente en tanto en cuanto vayamos haciendo las exposiciones progresivas irán disminuyendo hasta que sean totalmente imperceptibles.

Como pauta os recomendamos que establezcáis una jerarquía de situaciones a las que os podéis ir exponiendo progresivamente de menos a más nivel de ansiedad, con el objetivo de alcanzar la situación que sea más ansiógena o más generadora de malestar..

Si tras la realización de este ejercicio, no obtenéis resultado o bien os topáis con la imposibilidad ni siquiera de iniciarlo, os recomendamos que solicitáis ayuda profesional, desde PsicoSabadell disponemos de un equipo de especialistas (en psicología y psiquiatra) a vuestra disposición para ayudaros a retomar vuestra vida antes del 14 de marzo, y adaptaros a la «nueva normalidad«.


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Preocupación y ansiedad por el Coronavirus

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La expansión del Coronavirus por los diferentes países, el reto que está suponiendo para la ciencia y las importantes consecuencias que está ocasionando a todos los niveles, ha despertado ansiedad y pánico en la sociedad en general.

Es una realidad que estos días es muy difícil pensar y/o hablar de otra cosa que no sea el Covid-19 y que la situación actual está generando un malestar psicológico y emocional, pero ¿qué hacer para que este miedo no se apodere de nuestras vidas?. Estar preocupado ante estas situaciones es normal, la preocupación nos permite estar conectados con la realidad que vivimos, mantener los pies en la tierra y actuar de forma adaptativa, no obstante tenemos que evitar dejarnos llevar por el pánico y que el miedo altere nuestro comportamiento y rutinas. El desconocimiento, la incertidumbre que genera esta situación y la sensación de falta de control personal son factores que influyen en el aumento de la ansiedad.

¿Qué es lo que me está generando este miedo y qué me quiere decir? Responder de forma personal a esta pregunta permitirá un mejor manejo y gestión de la ansiedad. El miedo es una respuesta evolutiva y necesaria ante una amenaza real con el objetivo de mantenernos a salvo, pero llevado al extremo nos bloquea. Puede ser que el miedo se derive únicamente de la situación actual o que en determinadas personas se conecte con situaciones de malestar previas que hayan vivido y se reactiven.

Otros aspectos a tener en cuenta para mantener la calma es evitar la sobrecarga de información. El estar sobreinformado incrementa la ansiedad, la vulnerabilidad y la obsesión con el tema. Además esto se puede relacionar con la aparición de alteraciones en los patrones sueño/vigilia y que el cerebro no descanse ni se recupere de forma adecuada. Además, será de gran ayuda mantener rutinas diarias y fomentar el autocuidado personal.
La informacion que se obtenga tiene que buscarse en canales adecuados y fiables y nunca fomentar ni basarse en bulos o noticias no contestadas / sensacionalistas.

Para reformular todos los pensamientos negativos asociados a esta temática y que generan importante malestar PsicoSabadell pone a disposición de quién lo necesite un equipo de psicólogos sanitarios especializados que vía telemática podrán ayudarte.

Tamara Garrido
Nº Colegiado: 23711


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Cuando cambia el tiempo

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Con la llegada de la primavera o la mejora de tiempo, nuestro cuerpo se tiene que adaptar a las nuevas condiciones ambientales que esta estación trae consigo misma. Las fluctuaciones en la temperatura que se dan, así como el aumento de la intensidad de la luz pueden provocar episodios de desestabilización del estado del ánimo y una sensación de menor energía, conocidos con el nombre de astenia primaveral, que suele afectar aproximadamente a un 10% de la población adulta. Nuestro cuerpo viene de estar adaptado a las características típicas del invierno y a partir de ahora se ha de acostumbrar a un mayor consumo de energía, ya que al tener más horas de luz esto nos permite el desarrollar mayor número de actividades. 

El término astenia hace referencia a una sensación de agotamiento físico y mental constante, originado por la falta de energía física, que no remite tras unas horas de descanso. Se acompaña de falta de energía y motivación, fatiga, somnolencia diurna, irritabilidad, alteraciones en los patrones del sueño y de la alimentación, fallos en la atención y concentración, enlentecimiento motor y labilidad emocional. A veces puede coexistir con otros síntomas depresivos, pero no se debe confundir con una depresión, ya que esta condición no cumple categoría de diagnóstico. Las fluctuaciones en el estado del ánimo y en el nivel de energía son transitorias y trascurridos unos días, entre dos y tres semanas, el tiempo necesario para que nuestro cuerpo se adapte al nuevo uso horario y  a las horas de luz, la sintomatología remite. 

Las causas que originan esa sensación de agotamiento físico y mental no están claras. Se ha postulado que la exposición a más horas de sol, así como las oscilaciones de la temperatura producen alteraciones en los niveles en sangre de algunos neurotransmisores que están implicados en la regulación del estado del ánimo y del bienestar/felicidad, como son la serotonina y las endorfinas. La sensación de cansancio, debilidad y somnolencia pueden deberse a que la mayor exposición a la luz natural aumenta la liberación de melatonina y a que el aumento de temperatura produce una reducción de la presión sanguínea, implicando mayores consumos de energía.

Para intentar que la astenia primaveral nos afecte lo menos posible es muy importante seguir con un ritmo de vida equilibrado y organizado. Mantener una dieta equilibrada y un patrón de sueño organizado, hidratarse, realizar actividad física, evitar el consumo de sustancias tóxicas y de bebidas estimulantes. Si a pesar de seguir todas estas indicaciones persisten estos síntomas no dudes en contactar con los especialistas en salud mental de PsicoSabadell

Tamara Garrido
Nº Colegiado: 23711




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Reaccionar ante el estrés

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El estrés es un hecho habitual en nuestras vidas. No puede evitarse, ya que cualquier cambio al que debamos adaptarnos representa estrés. Sin embargo, al pensar en hechos estresantes, siempre acuden a la mente sucesos negativos como daño, enfermedad, separación, muerte de un ser querido, sin darnos cuenta de que un suceso positivo puede llegar a ser igualmente estresante (por ejemplo cambiar de casa o ascender en el trabajo representan el estrés de un nuevo status y de nuevas responsabilidades, incluso enamorarse puede representar, para algunas personas, el mismo grado de estrés que romper una relación).

Nuestras experiencias estresoras provienen de tres fuentes básicas: nuestro entorno, nuestro cuerpo y nuestros pensamientos.

1- El Entorno: continuamente tenemos que estar adaptándonos a todo lo que sucede a nuestro alrededor, las normas de conducta, los horarios rígidos, las relaciones interpersonales…etc.

2- Nuestros Cuerpo: lo que nos sucede también afecta a nuestro organismo. Pasamos a lo largo de nuestra vida por momentos difíciles como la adolescencia, el envejecimiento, la enfermedad, los accidentes, los trastornos del sueño, entre otros. 
Nuestra forma de reaccionar ante los problemas, las demandas y los peligros viene determinada todavía por una actitud innata de “lucha o huida” heredada de nuestros antepasados más primitivos. Nuestros predecesores, a través de un proceso de selección natural, fueron transmitiendo todas aquellas características físicas que pudieran representar, en un mundo competitivo y hostil, una ventaja sobre sus enemigos. Como resultado de este proceso, poseemos dentro de nuestro entramado bioquímico la tendencia innata a prepararnos para luchar o para huir siempre que nos sentimos amenazados.
Cada vez que se produce una respuesta de este tipo, tienen lugar en nuestro organismo, de modo esquemático, los siguientes cambios: cuando los estímulos que nos llegan son interpretados como amenazantes, los centros de regulación dan al organismo la información que le conducirá a enfrentarse o a escapar de la amenaza. Este proceso se traduce en una serie de cambios físicos observables, por ejemplo, las pupilas se agrandan para mejorar la visión y el oído se agudiza. Los músculos se tensan para responder al desafío, la sangre es bombeada hacia el cerebro para aumentar la llegada de oxígeno a las células y favorecer así los procesos mentales que están ocurriendo. Las frecuencias cardíaca y respiratoria aumentan, y como la sangre se desvía preferentemente hacia la cabeza y hacia el tronco, las extremidades, sobre todo las manos y los pies, se perciben como fríos y sudorosos.
Si no se libera al organismo de estos cambios ocurridos durante la fase de reconocimiento y consideración de la amenaza, se entra en un estado de estrés crónico.

3- Nuestros Pensamientos: el modo de interpretar y catalogar nuestras experiencias y el modo de ver el futuro pueden servir tanto para relajarnos como para estresarnos. Por ej.: si nuestro jefe nos mira con cara seria, podría entenderse como una señal de que algo hemos hecho mal y provocar, por tanto ansiedad, o simplemente podría interpretarse como un signo de cansancio porque ha pasado una mala noche y entonces no ser motivo de temor. Pensar sobre los problemas produce tensión en el organismo, lo cual crea a su vez, la sensación subjetiva de intranquilidad, que provoca pensamientos todavía más ansiosos.


No se puede escapar de todas las situaciones estresantes que hay en nuestra vida ni evitar completamente nuestra respuesta innata a las amenazas, pero sí podemos aprender a contrarrestar nuestras reacciones habituales al estrés, aprendiendo a relajarnos. Los distintos centros del cerebro que aceleran nuestros procesos bioquímicos cuando estamos en estado de alerta pueden, de igual modo, ser estimulados para que enlentezcan dichos procesos.


La respuesta de relajación es la opuesta a la respuesta del organismo ante una amenaza, y es la que devuelve al organismo a su estado natural de equilibrio. Así, las pupilas, el oído, la presión de la sangre, los latidos del corazón, la respiración y la circulación, vuelven a la normalidad y los músculos se relajan.
La respuesta de relajación tiene un efecto de recuperación y representa una tregua para el organismo a los estímulos externos, evitando utilizar toda nuestra energía vital en reaccionar de forma excesiva ante estos estímulos, lo que nos llevaría a un punto en que nos veríamos desbordados por ellos. La relajación normaliza nuestros procesos físicos, mentales y emocionales.


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Trastornos alimentarios

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Cuando acaban las fiestas navideñas, son muchas las personas que empiezan a pensar en los excesos con la comida y buscan compensarlos con restricciones o hábitos poco saludables que a menudo les pueden llevar a sufrir un trastorno alimentario. 

¿Qué es un trastorno de la conducta alimentaria o «TCA»?

El trastorno la conducta alimentaria se define como la aparición de problemas graves de conducta en cuanto a los hábitos alimenticios y/o una preocupación excesiva sobre el peso. 

Tipos de trastornos alimentarios

Los trastornos más comunes son:

· Anorexia nerviosa:se caracteriza por la pérdida excesiva de peso debido a una restricción casi total de alimentos por un miedo excesivo e irracional a ganar peso. Otros síntomas característicos son la percepción de una imagen corporal distorsionada, miedo intenso a comer en presencia de otros, dietas bajas en hidratos de carbono y grasas, abuso de laxantes, la perdida de ciclos menstruales (amenorrea), o la alopecia en el cuero cabelludo y la aparición de vello corporal (lanugo) en lugares poco comunes (cara, hombros, espalda).

Se han definido dos tipos de anorexia:

  • Tipo restrictivo: la persona apenas come y realiza a menudo ejercicio excesivo. En este caso, no existen episodios de atracones y purgas posteriores (vomitos, laxantes, fármacos).
  • Tipo compulsivo/purgativo: la persona realiza episodios de atracones y purgas posteriores (vomitos, laxantes, fármacos, ejercicio en exceso).

· Bulimia nerviosa: se caracteriza por episodios de atracones que pueden ocurrir varias veces al día, en los que la persona se siente fuera de control y puede llegar a consumir grandes cantidades de alimentos con alto contenido en grasas e hidratos de carbono en un breve espacio de tiempo que hacen lo que hace que se sienta físicamente incomoda. Dichos atracones suelen aparecer como una formula para compensar estados emocionales negativos. También existe una preocupación por el peso, de tal modo que, una vez realizado el atracón, la persona recurre a las purgas (provocarse el vómito, uso de laxantes, fármacos) o conductas compensatorias (ayuno, ejercicio excesivo) para deshacerse lo antes posible de todo lo ingerido. 

· Trastorno por atracón: como en el caso de la bulimia, se caracteriza por episodios de atracones que pueden ocurrir varias veces al día, en los que la persona se siente fuera de control y puede llegar a consumir grandes cantidades de alimentos con alto contenido en grasas e hidratos de carbono en un breve espacio de tiempo lo que hace que se sienta físicamente incomoda. Dichos atracones suelen aparecer como una formula para compensar estados emocionales negativos. A diferencia de la bulimia, no existe una preocupación excesiva por el peso y, por lo tanto, la persona no siente la necesidad de contrarrestar los atracones empleando conductas compensatorias. Son casos en los que a menudo se diagnostica obesidad

Causas

Son muchas las causas psicosociales que pueden provocar la aparición de un trastorno de la conducta alimentaria, y es frecuente que los mismos vengan asociados a otro trastorno, como pueden ser los trastornos depresivos o ansiosos, y los trastornos de la personalidad.

Algunas de las principales causas son:

  • baja autoestima
  • sensación de falta de control
  • síntomas depresivos
  • síntomas ansiosos
  • trastornos de la personalidad
  • adiciones
  • relaciones familiares y de pareja problemáticas
  • história de acoso psicológico y/o abuso físico
  • presiones culturales sobre la belleza

Tratamiento

El tratamiento en casos de trastornos alimentarios se centra en enseñar al/la paciente a identificar y ser consciente de aquellos disparadores de malestar (autoestima, problemas, síntomas físicos, etc.) que le llevan a alterar su pautas alimentarias. 

Se debe realizar un análisis de las conductas desadaptativas que mantienen el problema, y brindar al/la paciente de nuevas habilidades que le permitan gestionar su malestar de forma adaptativa y desvinculada de su alimentación

En ocasiones, será necesario combinarlo con una pauta farmacológica que complemente la terapia psicológica y ayude al/la paciente a reducir la patología asociada al trastorno (depresión, ansiedad, etc.).

Si estas experimentando problemas con la comida o conoces a alguien que pueda padecer alguno de estos trastornos, no dudes en ponerte en contacto con nosotros y el equipo de profesionales de nuestro centro de psicología y psiquiatría PsicoSabadell te orientará y acompañará en tu tratamiento. 

Por:   Marta Farré
Nº Col. 23.251




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Cuando las Navidades no son tan felices

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Se acercan estas fechas señaladas y en muchas personas comienzan a desatarse sensaciones encontradas. Y es que, a pesar de los buenos deseos y propósitos que siempre manifestamos al llegar la Navidad, hay mucha gente que sufre cuando se acerca este periodo, puesto que le toca confrontarse con las dificultades familiares de  su entorno.  A veces son las ausencias de seres queridos, otras veces los problemas familiares y conflictos no resueltos, con los que toca confrontarse. Estas situaciones, unidas a la presión social que ejercen los medios de comunicación que constantemente nos venden familias perfectas y unidas donde todos muestran una felicidad desmesurada, hacen que se despierten sentimientos de tristeza y ansiedad al comprar esa imagen idílica con nuestros entornos más reales.

Lo mismo ocurre con los sentimientos de soledad, en aquellos que por cuestiones personales / laborales  en ocasiones no tienen con quien pasar los días más señalados, alimentando creencias irracionales de desvalorización y de cuestionamiento sobre uno mismo.

No debemos olvidar que estas fechas tienen un valor positivo por lo familiares y en muchas ocasiones sirven de pretexto para reunirse con gente con la que habitualmente no es tan fácil, pero tampoco se puede caer en el error de magnificar y sobredimensionar su significado, especialmente si termina convirtiéndose en algo dañino para nosotros.

Los consejos para afrontar esta situación lo mejor posible si te has sentido identificado/a con las lineas anteriores son:

1- Ten presente que la publicidad y el marketing realizan una labor intensa para mostrar un modelo idílico de familia que no siempre es real. Y siempre con la función consumista que subyace en estas fiestas.  El mensaje que reluce sutilmente tras esto es el siguiente: «Regala felicidad» / » Compra la felicidad»

2- La familia no solo son aquellas personas con las que compartes factores genéticos y grupo sanguíneo, también son todas esas personas que tu has elegido para acompañarte en tu vida y especialmente en el día a día, amigos, compañeros del trabajo, de tu lugar de estudio o con los que compartes aficiones… Puedes aprovechar la mayor disponibilidad horaria para quedar y encontrarte con esa gente que te hace sentir bien. Que al final es lo verdaderamente importante.

3 – Aprovecha los días festivos para realizar actividades que sean gratificantes, descansa, y cuídate y recarga las pilas para empezar el nuevo año con ganas e ilusión.

4- No magnifiques las fechas, al final los días señalados tienen un origen histórico y cultural, pero no se termina el mundo, y no dejan de ser un día más en el calendario como cualquier otro, por lo que no tener un plan específico tampoco tiene que afectarnos tanto.

5- Si te reúnes con personas o en grupo, intenta no polemizar y no entrar en debates que puedan generar conflictos. En ocasiones temas candentes y de actualidad pueden ser un detonante de discusiones y enfados. Optimiza los momentos de reunión y asueto, y no dejes que visiones contrarias los eclipsen. Intenta ir a pasar un buen rato.

6- Las Navidades no resuelven conflictos de familia, si anteriormente había tensiones entre vosotros, no creas que por estar en estas fechas esto se va a esfumar. Los problemas en las dinámicas familiares se tienen que trabajar en terapia y de manera conjunta.

7- Pon límites. En ocasiones es tan importante saber poner distancia como acercarse, porque a pesar de la imagen que los medios arrojan, no todas las relaciones familiares son sanas, y la toxicidad en este ámbito genera importantes problemáticas psicológicas y emocionales.

8- Los regalos son accesorios. No centres las relaciones o las muestras de cariño en los bienes materiales. Esta es la fórmula consumista que quieren imponernos y al final no deja de ser una forma de llenar el vacío o las carencias emocionales con aspectos materiales.

9- Comunícate de forma asertiva. Si algo no te gusta, tienes que poder expresarlo, recuerda hacerlo siempre de una manera adaptativa que ayude a la resolución de esa problemática, pero no olvides defender tus valores y creencias, haciendo un uso adecuado del lenguaje, desde el respeto y la educación.

10- Aprende a estar bien contigo mismo/a, este es el punto más importante. El bienestar con uno mismo es la esencia. No se puede caer en el error de pensar que la felicidad procede de factores externos, porque en realidad procede de como nos enfrentamos y con que actitud afrontamos dichos acontecimientos.

 


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Autismo y escuela

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El autismo o Trastorno del Espectro Autista (TEA) es, como su nombre bien indica, un trastorno neurobiológico del desarrollo. Los síntomas y signos de alerta comienzan ya en la primera infancia, es decir, en la etapa que comprende entre el nacimiento y los 3 años.

A pesar de que cuando oímos hablar de autismo nos viene a la cabeza la imagen de algún personaje de película realizando movimientos repetitivos y expresando frases imitadas o repetidas, con bajo coeficiente intelectual, tenemos que tener claro que hay muchos grados de autismo.

Y atendiendo a esos grados, podemos hablar de autismo de alto funcionamiento cuando hacemos referencia a aquellas personas que pueden llevar una vida totalmente normal y, en los niños, pueden estar escolarizados en una escuela ordinaria. No obstante, sus dificultades les obligaran a seguir un tratamiento psicológico y psicopedagógico para que su inclusión en el mundo social, el cual no entienden al cien por cien, les afecte lo menos posible.

¿Y en qué consiste el tratamiento de un alumno con TEA dentro de la escuela? Dependerá mucho de las características del niño, como en cualquier otro caso, así como del apoyo y trabajo que la familia realice desde casa. Pero a grandes rasgos, podemos decir que el psicopedagogo de la escuela llevará a cabo un trabajo paralelo de inclusión y adaptación al entorno escolar y académico y también será importante tratar todos aquellos aspectos relacionados con las emociones del alumno, puesto que son niños con los sentimientos muy a flor de piel y necesitarán apoyo en esta área.

Con inclusión y adaptación al entorno escolar y académico entendemos tanto la adaptación al espacio, a los compañeros, a los profesores y demás personal del centro educativo, así como la adaptación de aquellas materias en las que el alumno requiera de ayuda, en caso de que sea necesario. Una adaptación del currículum o un refuerzo más individualizo pueden ayudar al alumno a seguir las clases con total normalidad. Siempre siguiendo las necesidades individuales de cada uno, puesto que cada niño es diferente y, por tanto, nunca habrá dos casos iguales.

Este aspecto es muy importante puesto que son alumnos vulnerables los cuales a veces no acaban de entender las relaciones sociales y pueden malinterpretar comentarios de los compañeros o incluso sentirse excluidos o fuera de lugar, como si ellos no perteneciesen a esa escuela, a ese grupo de compañeros, etc.

Por otro lado, también es fundamental una buena comunicación entre la escuela y la familia. Esta comunicación está pensada para ayudar al alumno tanto en el entorno familiar como en el escolar, por eso es importante que se dé con asiduidad y cualquier cambio que experimente el niño a nivel familiar, el colegio deberá estar al día para poder trabajarlo también desde aquí, puesto que, al ser niños tan sensibles, seguramente les afectará en su día a día.

Así pues, la familia y la escuela tienen que trabajar unidas por el bien del alumno, para conseguir que sea un niño autónomo y pueda llevar una vida lo más normalizada posible.

Tania Visiga Delgado
Num.Col. 1109


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