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Ansiedad de separación ante la vuelta al cole

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Tras dos meses en los que el niño o niña ha estado junto a sus padres o figuras cercanas, iniciar de nuevo el curso escolar supone un cambio en la dinámica familiar. Aquí es donde puede aparecer la ansiedad de separación y, con ello, algunos padres tienen la inseguridad de cómo ayudarles y acompañarles en este proceso. Para ello, primero tenemos que entender qué es. 

La ansiedad es una emoción que surge cuando anticipamos un resultado negativo ante situaciones ambiguas. Su intensidad dependerá del grado de amenaza que percibamos y de los recursos que disponemos para hacer frente esta situación. Por ejemplo, el inicio del curso o el cambio de colegio puede ser una situación amenazante para algunos niños. Esta ansiedad la expresan mediante llanto, berrinches, síntomas físicos (dolor de tripa, de cabeza…), mayor necesidad de que les presten atención, dificultades para dormir o para hacer las actividades rutinarias. A ello, también se puede sumar la carga física y mental de tareas y actividades. Así, por ejemplo, un exceso de tareas extraescolares, aunque supone un beneficio en el desarrollo físico e intelectual del niño cuando se dispone del tiempo suficiente, puede producirse el efecto contrario cuando no lo hay. 

La ansiedad de separación es un proceso adaptativo y propio de la edad. Surge a los seis meses y puede durar hasta la escuela primaria. Puede impedir que el niño se vaya solo o con desconocidos, pero también puede ser una incomodidad cuando es necesario separarse. No solo sufre el niño, sino también los padres, quienes pueden experimentar culpabilidad y ansiedad

Desde PsicoSabadell queremos aportaros ALGUNAS PAUTAS para ayudaros a la adaptación:

  1. Establecer una rutinaanticipársela y cumplirla: explicar qué va a pasar en ausencia de los padres, quién y cuándo lo llevará al colegio y lo recogerá, qué hará después del colegio (recomendable que sean actividades gratificantes que el niño elija). 
  2. Si es posible, presentarle al profesor o profesora. Los niños se sienten más seguros cuando ven que es una persona conocida de su figura de referencia. 
  3. Cuando llore y se sienta asustado, tratar de atenderle con calma, ya que con ello le transmitiremos seguridad. Es importante escuchar sus preocupaciones.
  4. Reforzar positivamente la autonomía adquirida: ¡Lo has hecho muy bien al entrar solo en clase!
  5. Evitar sobreproteger al niño ya que con ello le transmitiremos nuestra propia angustia. 
  6. Podemos ofrecerle elegir un objeto transicional (juguete, manta, amuleto, ropa…) que él quiera y pueda llevar para que le recuerde a su hogar y así disminuir su ansiedad.

En definitiva, el miedo, los nervios, los llantos y la inseguridad de los días previos al inicio del curso y durante este son normales y podemos ayudarles a gestionarlos y acompañarles en el proceso. Si el niño sigue presentando mucho malestar y ello le interfiere en su funcionamiento, sería recomendable buscar la ayuda de un profesional


Elena Fuertes Izquierdo
Psicóloga General Sanitaria
Nº Col. 27357


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La vuelta al cole y la adaptación de los más pequeños

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Llegó septiembre y con él volvió la normalidad para muchos hogares. Comienza un nuevo curso escolar y por lo tanto se dan bastantes cambios en pocos días en la vida de los más pequeños: nuevos o diferentes profesores y compañeros, nuevo material, nuevos libros de texto… Estos días es muy común encontrar a las familias comprando los últimos artículos escolares necesarios para que sus hijos vayan bien preparados a clase.

Pero uno de los principales cambios, al que a menudo no se le da la importancia que requiere, es el paso de las vacaciones a la rutina. Si a los adultos ya nos cuesta volver a trabajar después de desconectar durante unos días, pongámonos en la piel de un niño y pensemos cómo puede afectarle este cambio. A veces no somos conscientes de que los niños también necesitan su espacio para comunicarse y manifestar sus emociones y en consecuencia no siempre les concedemos este derecho.

Esto se hace más patente cuando el niño es pequeño y tiene que separarse por primera vez de su familia. Principalmente en edades tempranas, los padres trabajan, tienen su rutina diaria y necesitan que su hijo se quede en la escuela infantil mientras ellos no pueden cuidarlo. Pero todo niño debe pasar por el periodo de adaptación, el cual incluye a los 2 agentes educativos que rodean al niño: el/la maestro/a y el padre y madre. Por lo tanto las familias deben implicarse dándole tiempo a su hijo, respetando su ritmo de adaptación a un entorno nuevo, un espacio nuevo, caras nuevas… Para un niño tan pequeño es todo un mundo pasar de estar en su casa al cuidado de sus padres o abuelos donde él es el centro de atención, a un aula con unos cuantos compañeros más donde tienen que compartir no sólo juguetes y espacio, sinó también la atención del adulto, un adulto que les es extraño los primeros días e incluso semanas. Por eso es importante que se acompañe al niño durante todo el tiempo que dure este proceso, que variará según el niño. Y puede durar días, semanas o incluso meses. Y para intentar hacerlo más llevadero, fácil y rápido, es necesario seguir las pautas del maestro o de la maestra, que es la persona de confianza de las familias en el nuevo espacio.

Por otro lado, a veces se tiene la falsa creencia de que un niño que ya ha ido a escuela infantil no necesita hacer adaptación en el colegio. Y sí es cierto, que en ocasiones se puede dar el caso de que como el niño está acostumbrado a estar separado de su familia, aun siendo conscientes del cambio de escuela no lo vivan como una experiencia negativa. Pero en otros casos precisamente este cambio lo encuentran extraño y esto les hace desconfiar, por lo que es muy normal que un niño acostumbrado a estar escolarizado pueda necesitar un breve tiempo de adaptación al nuevo curso, al nuevo maestro o la nueva maestra o al nuevo centro.

Desde PsicoSabadell y como especialista en Pedagogía y Psicopedagogía, podemos asesoraros si tenéis dudas sobre el periodo de adaptación de vuestros hijos y os acompañaremos en todo el proceso, facilitándoos las pautas que mejor se adapten a vuestra familia.

Tania Visiga Delgado
Num.Col. 1109
Pedagoga y Psicopedagoga


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Papá o mamá .. ¡¿Dónde váis?!

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El apego constituye un mecanismo evolutivo y necesario de adaptación. Es una conducta que esta presente en todos los niños desde el primer año de vida  y se intensifica a los 3 años, momento en el que poco a poco va desapareciendo la «ansiedad» que tienen los niños cuando sus padres o cuidadores habituales no están cerca de ellos. También es habitual que esto suceda cuando se marchan del hogar durante unas horas.

En los primeros años de vida, los niños presentan mayor malestar cuando la persona que habitualmente le cuida y ,que él o ella tiene como referente protector, se separa de su lado. Por lo tanto, es habitual que los lloros, berrinches o incluso pataletas se den cuando mamá, papá o el cuidador principal se marcha a trabajar o aunque sea un rato para realizar tareas o eventos sociales que no incluyan al niño o a la niña.

Como hemos comentado, a partir de los 3 años es cuando el niño o la niña empieza a expandir su zona de confort  y a ampliar su red social. Normalmente, a estas edades  van a la guardería o empiezan los paseos al parque donde nuestros hijos tienen contacto con más niños y con otros adultos. Por lo tanto, como paso natural, nuestros pequeños van madurando en sus conductas de adaptación y familiarización de su entorno.

Ahora bien, ¿en qué momento esta conducta evolutiva y necesaria se convierte en un problema que requiera de asesoramiento profesional?

–  cuando el niño o la niña manifiesta un malestar excesivo, teniendo en cuenta su edad, si sus padres o cuidadores principales se marchan o anticipa que sucederá (por ejemplo, cuando los padres se marchan a trabajar).

preocupación persistente por que sus padres o la cuidadora principal sufra algún daño , enfermedad o incluso la muerte.

– cuando hay pesadillas recurrentes cuya temática sea su separación del hogar o de los padres.

– si el niño o la niña manifiesta quejas físicas como dolor de cabeza, mareos, náuseas o vómitos si anticipa y/o se marchan sus padres o cuidador principal.

– si  a causa de ello conlleve un deterioro social o laboral por parte de la familia, por ejemplo, que el rendimiento o la asistencia al trabajo se vea condicionada por la actitud del infante,

– si todo esto ocurre habitualmente por un periodo entre 1 y 6 meses.

El abordaje psicológico precoz puede ofreceros pautas para entender a vuestro pequeño e  ir disminuyendo poco a poco su malestar. De igual manera, una intervención precoz puede evitar cronificar esta manera de relacionarse con los demás que pueda conllevar, en un futuro, dificultades para establecer relaciones sociales (con amigos y pareja) sanas y ausentes de ansiedad o miedo.

Por:   Jessica Arjona
Núm. Col.21919


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